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Para poder observar las interpretaciones que se le ha dado al plebiscito del 80 les propongo la siguiente actividad:

“Cuando el General Charles De Gaulle perdió su último plebiscito en 1969, un caricaturista español lo dibujó frente a un general Francisco Franco minúsculo y ladino que le decía, con un tono de abuelo: «Esto te pasa por preguntón» [...] Por preguntones acaba de ocurrirle lo mismo que a De Gaulle a los militares turbios y sin gloria que gobiernan con mano de hierro a Uruguay. Pero lo que más intriga de este descalabro imprevisto es por qué tenían que preguntar nada en un momento en que parecían dueños de todo su poder, con la prensa comprada, los partidos políticos prohibidos, la actividad universitaria y sindical suprimida y con media oposición en la cárcel o asesinada por ellos mismos, y nada menos que la quinta parte de la población nacional dispersa por medio mundo”. Los analistas, acostumbrados a echarle la culpa de todo al imperialismo, no sólo de lo malo sino también de lo bueno, piensan que los gorilas uruguayos tuvieron que ceder a la presión de los organismos internacionales de crédito para mejorar la imagen de su régimen. Otros, aun más retóricos, dicen que es la resistencia popular silenciosa, que, tarde o temprano, terminará por socavar la tiranía. No hay menos de veinte especulaciones distintas. Pero hay una que corre el riesgo de parecer simplista, y que a lo mejor es la más próxima de la verdad: los gorilas uruguayos [...] al contrario del general De Gaulle, terminaron por creerse su propio cuento. Es la trampa del poder absoluto (...) Lo único que les faltaba entonces, por supuesto, era la consagración popular. [...] Ahora trataban de buscar una nueva legalidad ficticia con este plebiscito providencial que les salió por la culata. Es como si la costumbre de la democracia representativa -que es casi un modo de ser natural de la nación uruguaya- se les hubiera convertido en un fantasma que no les permite hacer con las bayonetas otra cosa que sentarse en ellas**.

Gabriel García Marquez El País de Madrid, 8 de diciembre de 1980

“Entre 1980 y 1982 el régimen reconoció explícitamente a la voluntad popular como único principio legitimador -econociendo de palabra y de hecho- y tanto la participación política de las élites como los niveles tolerados de oposición crecieron abrupta y notoriamente. Esto es, por definición, un avance en la ruta hacia la democracia. La apertura puede ser vista, entonces, como un proceso que al menos hasta las elecciones internas de los partidos apunta hacia una redemocratización de la política uruguaya. Es evidente, sin embargo, que el resultado final de ese proceso no está garantizado, y que el proceso mismo no es “democrático” ni en sus principios ni en sus procedimientos. Es un proceso no un resultado” (p.10)

Luis E.González (1982) Uruguay una apertura inesperada 

 

“Era evidente que el gobierno había recibido un duro revés, que implicaba también una derrota simbólica: ya no podría presentarse como el portavoz de la voluntad de la nación y recluir a los opositores en el espacio de las “minorías”, lo que representaba el fin del “Nuevo Uruguay” (...) Ya no parecía posible elaborar propuestas sin consultar a la oposición y en el horizonte asomaba el retorno a la constitución de 1967. Volvían a circular los conceptos de “democracia” y “libertad” que habían adquirido sentidos diferentes luego de años de reelaboración y que ya no eran controlados por el gobierno” (p. 82)

Carlos Demasi (2013) La dictadura cívico militar.

Preguntas
- ¿Qué explicaciones le da García Marquez al resultado del plebiscito?
-¿Qué pasó después del mismo según González y Demasi?¿Qué significado le dan?
-¿Produjo algún cambio social o político?

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